En semanas anteriores, en Países Bajos, se realizó un emotivo bautismo en donde varias personas entregaron su vida a Jesús. Este evento reunió a creyentes de todas las edades, mismos que se agruparon alrededor de una piscina adorando y viviendo momentos transformadores.
Entre los asistentes, estaba Chris, un joven en silla de ruedas que conmovió a todos los presentes al ser bautizado con la ayuda de dos amigos quienes demostraron que para adorar y seguir a Cristo no hay barreras.
A pesar de la discapacidad motriz de Chris, sus dos amigos cargaron su cuerpo y lo sumergieron en las aguas para realizar su bautismo.
“Nada puede impedir el deseo de servir a Jesús”, expresó un testigo del bautismo.
Al salir del agua, Chris declaró: “Es una nueva vida”.
“Este joven mostró que la rendición supera las imposibilidades. Solo un corazón dispuesto y Jesús hace lo demás”
Los participantes recordaron el versículo Marcos 2:3-12, donde un paralítico es llevado por sus amigos hasta Jesús atravesando el techo de una casa.
Este testimonio queda como evidencia de cómo el amor y la fe superan cualquier obstáculo, ya sea físico o social y es cuando el Evangelio se vuelve visible trascendiendo las limitaciones humanas y edificando vidas renovadas.
Jesús obra en la unidad con la fe que actúa aún en donde parece imposible. Ninguna barrera puede detener la obra de Dios y de los que están dispuestos a seguirlo.
Cristina García