“Dejen que los niños vengan a mí. No se lo impidan porque el reino de Dios es de los que son como ellos”
Con seguridad recuerdas este versículo de Mateo 19:14, pues actualmente, Dios sigue usando la fe pura e inocencia de la infancia para manifestar su gloria y renovar la esperanza.
Así es el caso de Sun, un niño de 3 años hijo de misioneros que sirven en África, fue usado por Dios para sanar a una anciana que sufría dolores de espalda durante el culto en la iglesia.
Lívia Bember y Neto, padres de Sun, compartieron el testimonio en sus redes resaltando cómo su hijo mayor se ha convertido en inspiración y fortaleza para los cristianos de la zona.
“Días atrás, Sunzinho oró por una señora en la iglesia. Ella tenía dolores en la espalda y fue sanada. Cuando contó su testimonio, sus ojos brillaban de convicción: Dios hace milagros”. Sun, ya había experimentado sanidades en su propio cuerpo, comprendió que “también lleva algo de Dios”.
Su madre dio testimonio de que el despertar espiritual en la niñez fue decisivo hasta en su propia historia de fe.
En un video que circula por redes sociales, se registró el momento en el cual Sun está orando:
“Padre Celestial, muchas gracias por este día. Jesús, sana la rodilla de papá para que esté bien. Amén”.
Su oración demuestra toda la inocencia de los niños al orar al Padre con naturalidad y confianza para interceder, reafirmando que el Espíritu Santo utiliza incluso a los más pequeños en aumentar la fe de su pueblo.
Los padres de Sun reconocen su misión: “No queremos solo hijos bien portados, sino llenos de Dios. Queremos ser guardianes del fuego que el Espíritu enciende en ellos, ayudando a discernir y a permanecer firmes”.
“Creo que si nos movemos y abrimos nuestros ojos, veremos al Espíritu Santo moverse entre los niños, despertando en ellos una autoridad que no proviene de la edad, sino de la presencia. La fe de un niño desarma el cielo”, dijo la madre de Sun.
Esta historia nos sirve de inspiración a todos y, especialmente a las familias, para reconocer que el Espíritu Santo puede obrar milagros y despertar milagros genuinos en los niños, mostrando que la fe sencilla y expectante es tierra fértil para manifestar el amor de Dios.
Cristina García.
 
	
 
						
												