Jameson Reeder Jr. tenía 10 años cuando mientras buceaba las playas de Florida, USA, buscando tortugas fue sorprendido por un tiburón toro de más de nueve pies. El animal le arrancó la pierna por debajo de la rodilla dejándole solo el hueso principal marcado por mordidas.
El tiburón sacudió su cuerpo y él, pidió ayuda a su familia quienes lo rescataron rápidamente. Como si fuera un milagro, había una embarcación muy veloz cerca y ofreció llevarlos a la costa, en donde ya estaba una enfermera esperándolo para ayudarlo.
Durante el trayecto, Jameson luchaba por mantenerse despierto aferrándose a su fe y cantando: “Aquí estoy para adorarte”
En ese momento, el pequeño asegura que tuvo una visión:
“Vi a un hombre envuelto en fuero y cuando se disipó, era Jesús. Solo me miró y me dio paz. No dijo nada, pero sentí ese consuelo”
Desafortunadamente, debido a la gravedad de la herida, los médicos tuvieron que amputar su pierna, pasando tres semanas internado y sometiéndose a múltiples cirugías.
“No quiero que el tiburón, este hospital y mi pierna sean mi peor pesadilla. Quiero enfrentar mi miedo y avanzar”, dijo Jameson, sorprendiendo a todos cuando regresó al mismo lugar del ataque para nadar nuevamente y demostrar que su miedo no lo dominaría.
Hoy, Jameson lleva una prótesis decorada con la imagen de un tiburón y continúa practicando deportes acuáticos.
El testimonio del pequeño revela el poder de la fe y la capacidad de superar hasta las situaciones más difíciles.
“Es como si hubiera nacido de nuevo. Tuve que aprender a caminar, correr y saltar otra vez”
Su testimonio nos recuerda que, aún en momentos de peligro y dolor, la fe en Jesús nos trae paz y fortaleza, pues Dios obra en lo imposible y nunca abandona a sus hijos.
Vivamos con gratitud de lo que tenemos, sabiendo que el amor y la protección de Dios no tiene límites.
Cristina García.
