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El muro de Nehemías

Hace muchos años, Persia era una poderosa nación gobernada por el Rey Artajerjes. El ayudante más importante del rey era Nehemías y su trabajo era probar la comida del rey para protegerlo de ser envenenado.

 

Un día, Nehemías estaba muy triste porque recordó que la ciudad donde vivían sus padres había sido destruida y le pidió al rey que lo dejara ir a Jerusalén para reedificarla.

 

El rey le dio permiso y lo ayudó con cartas para el guarda del bosque que le proveería de toda la madera necesaria para edificar el muro de la ciudad.

 

La fe y el entusiasmo de Nehemías inspiraron al pueblo, pero Sanbalat y sus dos amigos no querían que el muro se terminara y decía que cuando el muro estuviera construido, una zorrita lo derribaría. Nehemías decidió orar para que se encargara de ellos. ¡Dios es más poderosos que cualquier enemigo!

 

Cuando el muro estuvo terminado, estos hombres trataron de sacar a Nehemías de la ciudad para hacerle daño, pero ahora la ciudad estaba segura.

 

El Rey nombró gobernador de la ciudad a Nehemías y siempre ayudó al pueblo obedeciendo a Dios.

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