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La Brújula de la Calma en la Tormenta

El joven navegante Samuel se enfrentó a su primera gran tormenta en alta mar. Las olas eran montañas de agua y el cielo se había tragado las estrellas. En medio del caos, sus ojos se posaron en la brújula. Aunque el barco se agitaba violentamente, la aguja magnética, firme e imperturbable, seguía apuntando hacia el Norte verdadero.

En un momento de pánico, Samuel intentó guiar el timón solo por lo que veían sus ojos, pero cada ola lo desviaba más. Finalmente, recordó las palabras de su padre:

“Cuando no veas la orilla, confía en la brújula, no en la furia de la ola.”

Cerró los ojos un instante, respiró hondo y alineó el timón con la dirección inmutable de la brújula. Lentamente, pero con seguridad, el barco encontró su rumbo y sobrevivió la noche.

La brújula es la Palabra de Dios. Nuestros sentimientos y circunstancias son las olas. Cuando la vida sea una tormenta, no te fíes de tu miedo o tu vista; aférrate a la dirección fiel del Señor. Él te sacará a puerto seguro.

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